El trío de viajeros acampó en una colina en medio del bosque, allí realizaron una cena especial ya que al día siguiente cada uno iba a tomar un camino distinto. La poetisa y Jaskier cantaron a dúo canciones conocidas en toda la Tierra Media, mientras el brujo escuchaba tranquilamente. Cerca ya de la media noche el brujo se alejo y se tumbo en la hierba, pensaba en ella, en lo fugaz que había sido todo, pensaba en las voces del dueto ya cantado; la poetisa se acercó a él y se tumbó a su lado, poniendo su cabeza cerca de su pecho mientras lo abrazaba, no tardó en dormirse, el tardo un poco más, bastante más.
Jaskier seguía despierto, viendo como el fuego soltaba chispas, como estrellas en una oscura noche; despacio tomó su laúd y empezó a rasguear las cuerdas formando acordes mientras cantaba una canción que había inventado al instante. El romance que estaba componiendo hablaba sobre un brujo y una poetisa, ambos se conocieron en la orilla del mar donde se enamoraron a primera vista y vivieron siempre enamorados, la verdadera historia no tiene nada que ver con el romance, los romances son fantasías y sirven para emocionar a la gente no para ser creídos, la realidad de la historia, se conocieron, se amaron pero al día siguiente cada uno tomaría su camino y el brujo y la poetisa no se volverían a ver nunca más.
Ella morirá cuatro años después tras la epidemia de peste en la ciudad de Wyzima, Jaskier la encontrará y la enterrará fuera de la ciudad, sola y con paz, junto al laúd de Jaskier y el amor del brujo. El brujo viajará con el deseo de volver a verla, y poder sentir su cuerpo junto al suyo, ver sus bellos ojos y sentir sus cálidos labios.
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